finalizar con un montón de restos, o la más hermosa obra de arte que se haya visto jamás.

sábado, 27 de noviembre de 2010

Lo que se da, no se quita.

Hoy me has colocado una cajita sobre las sabanas, un paquetito muy hermoso. mientras lo abria, miraba y agudizaba el ido, pensando "¿donde estará ese hombre perfecto, mi hombre perfecto?" y entonces termine de abrirlo. era un tarro de cristal, cerrado con una tapa y una cinta de color rosa. parecia estar vacio, yentonces pense "no puede ser cierto..." y entonces, lo abri muy decidida.
toda mi habitacion quedo inpregnada de ese olor. ese olor a ti, a tus beos y tu pelo, a tu aliento. y ese vapor se estendio por todo mi cuarto y comence a oir tu voz, pidiendome que me casara contigo, diciendome que me querias, y yo luego te respondia, que si, que te queria... y asi me devlviste todo nuestros momentos, y mis palabras, que ya eran tuyas, y mi olor y el tuyo, que ya era nuestro.
y se acabó todo. me traslade de habitacion, pero, en un ataque de nervios, volvi a abrir el bote y volvi a sentirlo. Y más tarde me llego tu nota, breve porque sabiamos que todo habia quedado claro. me pusiste "no hace falta que me devuelvas lo que es mio".

lunes, 22 de noviembre de 2010

Calma.

Ando buscando una nueva silueta en el horizonte, un nuevo sonido, algo que me ayude a soñar desde cero.
y hoy me armo de deseos y consigo hacer mi equipaje. nada.
No hay nadie a mi lado, pero estoy bien acompañada.
estoy contigo, aunque no de la forma que me gustaria. y por eso, solo por eso, desago mis pelo trenzado y me rompo las medias; para estar acompaña de mi unico amigo, de alguien que nunca desapareció sin avisar, que me alumbraba en los dias nublados, que despejó mi mente.
Y no te diré quien es, y nunca lo sabrás, porque al final de este dia nublado, yo, ni él, estaremos para cotartelo.
Andaba buscando un día soleado, y hoy por fin sé, que no está junto a tí.

c.d.g

domingo, 21 de noviembre de 2010

Hoy te dejo partir.

No sé a donde vas, ni porque. Solo sé que el cuendo es hoy. Te despediré con una mirada tímida. y tú marcharás con una sonrisa.
Y será imposible volver a encontrarnos. lo sé. Di "sí, quiero" de verdad por una vez, y vete, y vuelve en unos días. cuando mi cuerpo no pueda sentir escalofrios, ni mis ojos miedo, ni mi piel dolor. cuando las marcas de tus manos hayan desaparecido, y limpia, feliz, pueda marcharme yo.

C.D.G

DIME QUE ME QUIERES MÁS QUE ANTES.

...y te dejaré marchar. No quiero perderte, pero aqui seguire. Solo mienteme, dime que me quieres mas que antes, más que nunca. Eso mejor que nada.
siento que esto quede asi. Pero solo dimelo, mienteme y me quedaré.
y tu te irás. Y yo, sin remedio, te esperaré.
Aunque, eso sí, no podrás llevarte algo que ya me pertenece y que me entregaste cuando decias que me querías.


c.d.g.

Huye

Huyamos de esta maravillosa ciudad, de sus tardes de café y noches de teatro. fuguemonos de este cielo azul, de los pajaritos amarillos y de los rosales blancos. acompañame si me deseas, abandoname si me amas. conduzcamos hasta que salga el sol de nuevo. ayúdame a escapar de aquel magnifico apartamento, de los abrigos de cuero y las blusas de seda. encontremos un lugar mejor. sin aquella maravillosa vida. y despues, pensaremos que hacer a continuacion.



La soledad

Nos presiona, nos agarra del pecho y nos empuja contra la pared. Se cree con derecho de dejarnos fuera de juego.
nos desnuda, nos amarga.
es fuerte contra todo.
su unico de defecto es la personalidad vergonzosa que la define. llega alguien, y desparece.
pero la mayoria de veces esta ahi, oculta tras las sombras, asechando y esperando a que sueltes un suspiro, una mirada perdida y entonces, vuelves a estar solo. y luego piensas que, en realidad nunca estuviste acompañado.

la soledad nunca sera tu mejor amiga. cruza los dedos, y escuchala.

Blanco.

Cada movimiento que la manecilla realizaba hacia la derecha, era otro segundo más de incógnita. Deseaba saber que hacía aquí.
Mis brazos se entrelazaban sobre mi pecho, y me hacían presión, pero no podía apartarlos.

Las piernas estaban también rodeadas por una tela blanca. Miré a mis laterales, y pude comprobar que estaba sentada sobre una silla. Blanca, probablemente de madera. Y de tacto que desconozco.

No sabía por qué solo tenía ante mí una de aquellas cuatro paredes que me rodeaban. Todas iguales, cubiertas por baldosas cuadradas blancas mate. Pero había una diferencia entre ellas. Una de las cuatro paredes tenía una puerta, también blanca. Que dejaba ver como la gente pasaba por delante a través de una pequeña ventana traslucida.

Se veía pasar gente, personas como yo. La gran diferencia era que ellos estaban fuera, y yo no.

Se veía pasar a las personas. Pero no se oía nada. Nada, excepto el tic-tac del reloj.

Quería gritar. Pero no podía. Algo me amordazaba también la boca.

Intenté soltarme de aquella tela que me rodeaba el cuerpo, impidiendo mi movilidad. Intento nulo.

De repente, pude ver como el pomo interno de puerta giraba. ¡Venían a salvarme!
Un hombre, al que no pude reconocer, pues una mascarilla le tapaba el rostro, se acercó a mí.

Me inundó una sensación de tranquilidad.

Esa sensación no duro mucho. El hombre venía hacia mí con una aguja.

Sentí el pinchazo. Sentí que me rendía. Me rendí.