finalizar con un montón de restos, o la más hermosa obra de arte que se haya visto jamás.

miércoles, 19 de enero de 2011

Mi mayor vicio. capitulo 2.

Aquella situación era todo un drama para mí, porque esta patosidad solo hacía que confirmar las criticas que solía recibir de mis conocidos. Patosa, tosca, y terca.

Ya casi ni se leía el principio, “para mi amada Cenddre”. Que desastre.

Así que reanudo a la realidad recogiendo las cenizas, y luego, inútilmente, aunque es algo que no sé porque nos gusta hacer mucho a los seres humanos, cojo la carta, y lo miro, esperando que él solito recupere el blanco del papel. Pero desisto y la tiro con pena, no sin antes recortar la parte “mi amada Cenddre” y la de “te quiero demasiado, de tu marco” y pegarlas junto con el resto de cartas en el corcho.

Y con las manos embadurnadas de laca de uñas roja intensa, que me daba pinta, junto con la cara de fantasma que llevaba, de asesina en serie sicópata desmesurada, pasee tranquilamente hasta el lavabo e hice lo propio. Ó sea, lavarme las manos. Aunque caí en la cuenta tras varios chorros, que necesitaba acetona.


Y el resto de la historia hasta que llegue a tumbarme en el sofá con el teléfono, es simple.

Me disponía a llamar a mi mejor amigo, y el mejor que pueden tener todas las solteras fracasadas no precisamente morenas. El pizzero o el chino. Aunque últimamente, me inclinaba más por lo italiano que lo oriental. ¿La razón? Todo a su debido tiempo amiga….

martes, 18 de enero de 2011

Mi mayor vicio. capitulo 1.


Seria cierto aquello que se decía por ahí sobre mí.

“una soltera morena que viste de fiesta cuando el resto viste de trabajo y viceversa, no pueden traer nada bueno a este barrio que lleva años ganándose el respeto de la aristocracia y el metro cuadrado a precio de oro.”

Pensándolo detenidamente, yo nunca había oído decir algo así a nadie, pero- rectifique- seguramente no me equivocaba al suponer que dirían de mi cuando yo cerrara la puerta del sexto c, esos estirados caballeros del bussisnes y sus respectivas señoras con cara de perro y capas de pieles de animales.

¿Quién era yo?

Algo a lo que no supe responder la primera vez que me lo preguntaron. En primaria, la señorita Mañez. Obvio sabia mi nombre, pero no quién era.

Al llegar a casa aquel día, no dude en preguntárselo a mi madre.- ¿mama, quién soy?- pregunta tonta aún viniendo de una cría de siete años.

“tu eres una niña muy muy guapa y muy muy lista a la que su mama quiere mucho”- contesto ella. Mama, te falto decir muy muy imbécil y muy muy fracasada. Aunque eso no pareció olvidársete la última vez que hablamos por teléfono hace unos meses.



Dejémonos de subirnos por las ramas.



Ahora mismo, permanecía en una posición nada recomendable para alguien que quiere conservar la buena salud de su espalda: con un pie sobre mi escritorio, mientras con una mano me pintaba las uñas, a punto de caerme de la inestable silla, e intercalando uña y uña con darle una calada a mi cigarro.

Mierda. Pase mucho entretenida con el dedo gorda y la ceniza cayó sobre la alfombra.

Oh, mierda. Me di la vuelta para recogerla y tire con el pie la laca de uñas.

Oh, mierda, mierda. La laca roja se había derramado sobre su carta, joder. No se leía nada. De lo que Marco me había escrito.

Lo único que se podía leer era: “te quiero demasiado, quiero verte YA. Tu marco, desde tu casa”

solo quiero pasarlo bien.


make me feel happy.
hazme creerque la libertad existe tras esas cortinas espesas de lluvia. y que, algun lejano dia, llegare a ella.
- por favor, sacame de esta prisión, dios no quiso hacerme feliz.
- cariño, no digas eso. no lo veas como una prision, miralo como un castillo.
- estoy encerada de igual modo. en la torre mas alta, además.
- llegaré hasta arriba.
- de todas formas.... no podré verte.
- no seas egoista, yo si.
- pero yo no. y eso me... me hace tener ganas de quedarme en la torre.
- no, ni en broma. ¡vendrás conmigo!
- pero amor, la oscuridad es igual dentro que fuera de la torre, para mi.
- dios no quiso hacerte infeliz. solo te hizo ciega. hay cosas para las que no hace falta ver, y ademas coinciden con ser... las más satisfactorias.
- querer, pensar, imaginar,
- soñar, y sentir.
- sentir. pero yo quiero ver. ¿que habrá ams alla de la torre?
- desde luego, mada mas hermoso que lo esta ocurriendo dentro.- interrumpio él.
- ahora siento que te quiero.- una debil risa y un beso. soy la princesa encerrada más feliz del mundo de la oscuridad.

celia dominguez gimbernat

domingo, 16 de enero de 2011

¿Alguien dijo amour?

- je t´aime mon amour. c´est vrai.
- pues no me importa, ¿como te cres que me senti cuando te vi con aquella zorra?
- je t´aime mon amour. c´est vrai.
- ¡es increible! ¡tenias que ser sincero!¡yo confiaba e ti!
- je t´aime mon amour. c´est vrai.
- entonces, mejor dejémoslo... me has hecho mucho daño. no podemos seguri juntos.
- mais, je t´aime mon amour. c´est vrai.
- au revoir, mon amour.
- c´est vrai mon amour, c´est vrai.


celia.

Cada cuervo a su olivo.

Y es, en muchos aspectos, algo más que un juego de palabras.

Todos estamos invitados al circo de la vida. Algunas pasan la cuerda floja, otros se ríen del resto, y otros, practican malabares con nuestras almas vendidas.

De cara a la realidad, no hay más verdad, que la mentira que no se deja ser contada. Por temor, o bien a parecer a lo que nos viene grande, o a conformarnos con lo que nos queda pequeño.

Y, apostaría un billete de los dorados a que sí, si no te has enterado en absoluto de las últimas y primeras cuatro líneas, te propongo un ejemplo. Aunque seguramente me veré obligada a fracasar y desistir si sigues sin entenderlo tras él.

Algo simple, los peces grandes se comen a los pequeños. Lógico, obvio. Algo que siempre ha sido así.

Los peces pequeños se conforman, saben de antemano que tendrán una vida corta, y no piensan manifestarse contra ello, porque son consientes de: primero, que cuanto más llamen la atención y mas alcen la voz, antes serán vistos, y comidos. Y segundo, que no son tan cortos de mente como para cambiar una vida breve y placida, por una aun más breve y agitada.

Por eso, de algún modo, se que en la tierra este ejemplo no es del todo aplicable ya que, todos hemos sido peces grandes alguna vez, y todos hemos tenido la tentación de comernos a un pececillo. Y raramente, nunca recordamos que todos estuvimos en el otro lado, en el otro ojo.

Todos hemos sido cuervos. Y por eso pido, si hay algún cuervo entre el público, que abra sus alas y por favor se marche de la sala.

Y tal vez, podría añadir para decorar la metáfora, que se marche a su "olivo", sin duda, símbolo de paz y de placidez.


celia dominguez gimbernat